In Flames - Clayman

by - enero 08, 2016


Clayman (2000) fue uno de los últimos grandes discos del Melodic Death Metal de urdimbre clásica, y señala una especie de ruptura entre lo que fue el sonido de las bandas pioneras (Dark Tranquility, At the Gates, Gates of Ishtar, Unanimated) durante los noventas y el que vendría a desarrollar una segunda oleada (Soilwork, The Haunted, Darkane, The Forsaken) a partir del nuevo siglo. Por decirlo de otra manera, Clayman refleja un In Flames que todavía consolida su música a partir de los fundamentos que dieron forma a sus primeros discos, pero que, de otra parte, siente ya el impulso de buscar nuevos recursos en zonas todavía no exploradas. Por eso, lo que vino en adelante para la banda fue, precisamente, un ejercicio de indagación, de sondeo musical que, a la postre, ha sido interpretado de forma muy dispar por sus seguidores, muchos de los cuales prefieren mantenerse lejos de todos estos lances vanguardistas.

Lo cierto es que Clayman es un álbum imponente, asentado, es verdad, sobre el trabajo guitarrístico, pero compacto en todos sus componentes. Los 11 temas que incluye apelan a una misma serie de elementos -el tradicional riffeo melódico, solos talentosos, coros de fácil memoria, juegos entre distintas velocidades, y combinaciones vocales-, pero la manera en la que estos se proyectan en cada caso es enteramente diferente y, en consecuencia, las canciones no son repetitivas, sino que, antes bien, conducen siempre a emociones particulares. A propósito de esto, In Flames consigue un equilibrio impresionante, pues las distintas vertientes de su música encuentran un opuesto que las vivifica; así, Clayman se descuelga rápido, pero también posee pasajes sosegados, y es rudo en muchos de sus ritmos, pero, al mismo tiempo, se muestra emocional y de una sensibilidad bien depurada.

La impronta moderna se exhibe en Clayman todavía sutilmente: algunos samples electrónicos o de teclado se vierten sobre los temas consiguiendo atmósferas de vacío o espacialidad, y como no se abusa de ellos, enriquecen la armonía sin llegar a ser jamás su centro. Esto mismo sucede con los efectos de guitarra que, aun siendo notorios, están lejos de digitalizar el sonido o convertirlo en una producción artificial. Las letras, hilvanadas a partir de un riquísimo cuerpo vocal, son otro de los fuertes de In Flames; la banda transluce en ellas una profunda preocupación por aquello que da unidad al hombre, la relación de este con el tiempo y el destino, y el equilibrio que puede alcanzarse en medio de la destrucción (no en vano la portada del álbum muestra el Homo Vitruvius de Da Vinci consumiéndose entre las llamas). 

En la fotografía se muestra la primera edición de Clayman, prensada por el sello alemán Nuclear Blast Records en el año 2000. Como es costumbre en las producciones de esta disquera, la presentación del cuadernillo que acompaña el CD es 100% profesional; son 12 páginas a todo color en las que, sobre un diseño de contrastes clásicos y futuristas, se ubican las letras de las canciones, los agradecimientos, datos de grabación, etcétera. En la actualidad existen más de 30 versiones del álbum, editadas en todos los formatos y en diferentes partes del mundo (Polonia, Rusia, Japón, Argentina, etcétera). Resáltese, por último, que en el tema "Suburban Me" participó Chris Amott (Arch Enemy) como guitarrista invitado, y que la labor de samples y teclados corrió por cuenta de Fredrik Nordström (Arch Enemy, Dark Tranquility, Opeth) y Charlie Storm (Dimmu Borgir, Dragonlord, The Haunted).

IN FLAMES. Clayman. Nuclear Blast Records. 2000.
RANK: 9.5/10

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